El poder de una asociación se gana dia a dia. Lo de trabajar contra las prohibiciones es una faena dura, constante y callada, es como la del medio centro que no mete goles.
Una asociación herpetófila debe tener varios frentes abiertos, pero ante todo, lo primero es ganarse el respeto de todos. En primer lugar, pensad que estamos promocionando el amor y respeto por unas criaturas que están en el imaginario popular como poco menos que animales demoniacos, que provocan asco y repulsión en la mayoría. El primer paso es intentar desterrar esos tabúes con actividades encaradas al público en general, que aprendan a conocerlos y darse cuenta de la belleza que tienen y la riqueza que suponen, así como los beneficios que pueden suponer.
El hecho de moverte hace que te conviertas en un actor en el panorama, siempre que tus actividades tengan un mínimo de calidad. A eso no se llega en poco tiempo. SOHEVA en estos momentos tiene un diálogo fluido con la administración, tanto con sus técnicos como con sus cargos políticos en la Comunitat Valenciana. Esto se logra desde el respeto mútuo, conseguido por el trabajo realizado por ambas partes. Los técnicos, en contra de lo que parece por lo que a veces se lee, no son ningunos indocumentados. Son en su mayoría grandes expertos en sus áreas, aunque muchas veces su trabajo vaya mucho más allá y en ocasiones necesiten apoyos. Nosotros trabajamos codo con codo con grandes expertos en aves y peces, pero que no tienen entre sus grandes pasiones los reptiles y anfibios. Con el paso del tiempo, les hemos servido de mucha ayuda, sobre todo a la hora de mantener algunos animales en centros de recuperación, e identificar herpetos exóticos (no hace mucho, una pareja de Annamemys annamensis que alguien enviaba por correo de Quart de Poblet a Hong Kong).
Esos expertos son luego los consultados a la hora de realizar las leyes. El contacto habitual con nosotros hace mucho al respecto, ya os podéis imaginar.
Hay más frentes abiertos. La comunidad científica española de herpetólogos, tradicionalmente, ha estado en contra de la tenencia de herpetos, no hay más que ver el comunicado en contra de Frank de la Jungla de la AHE. Y tienen su punto de razón, respaldados en impedir el tráfico legal e ilegal de especímenes capturados en la naturaleza (otro frente, mal propio de la terrarofília, con el que estamos en condiciones de acabar desde dentro). Sólo desde un trabajo serio puedes convencer a este colectivo de que la terrarofilia es un arma educativa de primer orden, desarmando sus argumentos, aunque está tan metido en la idiosincrasia del grupo que cuesta mucho. Y es absurdo, porque no me imagino a ningún botánico poniendo a nadie a parir por tener un invernadero.
Otro frente consiste en hacer ver el valor económico de la afición, con todas las empresas dedicadas a esto y los puestos de trabajo que se generan. Sobre todo la tecnologia asociada, que redunda en conservación, incluso. No son distintos nuestros medios a los de un Zoo, y para un colectivo pequeño, como el de los zoos, no se invierte tanto en tecnología. Son puestos de trabajo, riqueza en estos tiempos difíciles. El comercio también debe colaborar, y ser responsable. Hay que desterrar actitudes que van en contra de todos nosotros, los animales capturados o la venta de la mascota basura, que tantos problemas genera, y a veces son la misma cosa.
Y enlazando con esto, los propios terrariófilos deben concienciarse de que no deben ser una amenaza para los animales que supuestamente aman. El afán de coleccionismo, dejémoslo para los sellos, las monedas o los Playmobil. Somos gente que se supone fascinada por unos animales, independientemente de su rareza o valor de mercado. Ahí los acuarófilos nos sacan una ventaja de años, al menos en España. Se gastan cientos de euros en alojamientos para animales de pocos euros, mientras que, seamos realistas, en España somos capeces de invertir miles de euros en un animal y casi nada en su mantenimiento. En el resto de Europa, hay que ver los alojamientos que tienen algunas Trachemys o iguanas. El mismo mercantilismo que sufre la afición hace que confundamos valor con precio, y que animales que despreciamos cuando son baratos, los buscamos cuando son caros. Lo cual no quiere decir que los animales no tengan una cotización, claro, no todos son igual de fáciles de cuidar, criar, no son de fácil disponibilidad. Pero lo que está claro, es que hay que poner en valor a los animales, cualquier animal.
Poner en valor no significa convertirse en animalistas. Al contrario: otro frente contra el que luchar, y con muy buena prensa, que además se han conseguido colgar frente a los medios la medalla de ecologistas, cuando no lo son en absoluto. Su discurso ha calado de tal forma que es el que provoca sueltas de tortugas en humedales, visones de sus granjas, etc, etc, arrasando a su paso con el equilibrio ecológico, con los hábitats que realmente debemos proteger.
Dicho todo esto, hemos presentado a los actores que hay que satisfacer a la hora de promulgar leyes por parte de los políticos. Simplemente, hemos de ocupar nuestro lugar para estar ahí antes de que las leyes, absurdas a nuestros ojos, se escriban. Porque son absurdas a los ojos de un terrariófilo, pero a los de gente que no quiere que se mantengan animales en casa (eso si, perros veganos y gatos comepájaros y comelagartijas, lo que haga falta, dicho desde el mas absoluto amor y respeto a estos encantadores bichos) son un paso más frente a la prohibición total. A esos es a los que hay que llevarse al huerto.
A posteriori, también puedes litigar, pero debes tener argumentos para hacerlo, informes (que deben hacer profesionales), abogados (que si no tienen informes, poco menos que defectos de forma o legislación comparada tienen para trabajar), dinero (que la justicia es gratuita hasta cierto punto), y gente que lo pague (asociaciones, que sin socios, no van a ningún sitio). Todos ellos, además deben estar de nuestra parte, y eso se logra tacita a tacita.
En fin, en SOHEVA estamos haciendo todo eso. Y eso responde a una estrategia muy meditada, despues de muchos años de rodaje, viendo la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, que no a todo el mundo puede gustarle, pero que es la que está funcionando en centroeuropa. Igual nos estamos equivocando, pero siempre se pueden crear otras asociaciones con otro rumbo ¿no?. Si alguien quiere venirse a trabajar con nosotros en otras comunidades formando un núcleo, no hay ningún problema, les vamos a apoyar, o incluso formando su propia asociación, siempre y cuando estemos en sintonía y dándole forma legal. No se me ocurre manera mejor de trabajar contra las prohibiciones, estamos abiertos a cualquier sugerencia.
Un saludo.