morantes
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Hola, me llamo Mariano, empece a consumir a la edad de 10-12 años, cogía lo que tenía más a mano y me ofrecían, me metí cantidad de graecas.
Con el tiempo y gracias a internet, me enganché a "to", gastaba más que ganaba, engañaba a mi familia, sisaba en el monedero de la mujer para pagar los portes, tenía un mono exagerao, cuando veía un terrario vacío, hasta me entraban temblores, "síndrome del terrario vacio" le llaman.
Oculté durante muchos años las cantidades que consumí, incluso me las metía de noche para que no me vieran, usando una linterna frontal. Llegué incluso a tentar a mi hija con el vicio, por suerte no me hizo caso aconsejada por su madre.
Mentí a las Autoridades en las cantidades que consumía, no desvelaba mis fuentes, compraba sin factura ni iva, ocultaba mis cuentas, sólo me bastaba una simple papelina de cesión que luego intentaba colocar a las Autoridades. Llegué a trapichear para costearme el vicio, incluso vendí en mercadillos.
En casa metí traficantes, adictos de toda condición social y sexual, gente de morro fino y los que se metían lo que pillaban o les daban. Mi familia soporto durante años, largas sesiones, en el sotano de casa, de risas y voces, incluso alguna reyerta. Entre el humo y el alcohol aparecía género de todas las especies. Gastabamos ingentes cantidades de dinero, nos picabamos, a ver quien consumía más. Algunos se desplazaban a países lejanos para consumir y traficar con género de primera.
Se veía venir, esto de un momento a otro explotaría.
Llegó la crísis, sacaron leyes muy duras para erradicar la adicción. Se silenció todo, nadie se atrevía a abrir la boca y a fardar. Se terminaron las reuniones, si acaso, nos veíamos a escondidas para consumir o enseñar el género. Se apagaron los foros, el menudeo cesó, se cerraron mercadillos. Muchos intentaron colocar el género tirando los precios a costa de la calidad de lo ofrecido. Otros se vieron en la calle, por un consumo exagerado, se rompieron familias, amistades... Los adictos se voceaban entre ellos echándose cualquier cosa en cara. Hubo una verdadera caza de brujas, se denunciaba al vecino por envidia o enemistad manifiesta. Los insultos y la agresividad rebosaban por todas partes.
Al final se salieron con la suya. Se erradicó esta peligrosa adicción, quizás queden residuos marginales de adicción y consumo, pero por fín, está todo controlado.
Saludos. Mariano Orantes. Adicto en fase de rehabilitación.
Con el tiempo y gracias a internet, me enganché a "to", gastaba más que ganaba, engañaba a mi familia, sisaba en el monedero de la mujer para pagar los portes, tenía un mono exagerao, cuando veía un terrario vacío, hasta me entraban temblores, "síndrome del terrario vacio" le llaman.
Oculté durante muchos años las cantidades que consumí, incluso me las metía de noche para que no me vieran, usando una linterna frontal. Llegué incluso a tentar a mi hija con el vicio, por suerte no me hizo caso aconsejada por su madre.
Mentí a las Autoridades en las cantidades que consumía, no desvelaba mis fuentes, compraba sin factura ni iva, ocultaba mis cuentas, sólo me bastaba una simple papelina de cesión que luego intentaba colocar a las Autoridades. Llegué a trapichear para costearme el vicio, incluso vendí en mercadillos.
En casa metí traficantes, adictos de toda condición social y sexual, gente de morro fino y los que se metían lo que pillaban o les daban. Mi familia soporto durante años, largas sesiones, en el sotano de casa, de risas y voces, incluso alguna reyerta. Entre el humo y el alcohol aparecía género de todas las especies. Gastabamos ingentes cantidades de dinero, nos picabamos, a ver quien consumía más. Algunos se desplazaban a países lejanos para consumir y traficar con género de primera.
Se veía venir, esto de un momento a otro explotaría.
Llegó la crísis, sacaron leyes muy duras para erradicar la adicción. Se silenció todo, nadie se atrevía a abrir la boca y a fardar. Se terminaron las reuniones, si acaso, nos veíamos a escondidas para consumir o enseñar el género. Se apagaron los foros, el menudeo cesó, se cerraron mercadillos. Muchos intentaron colocar el género tirando los precios a costa de la calidad de lo ofrecido. Otros se vieron en la calle, por un consumo exagerado, se rompieron familias, amistades... Los adictos se voceaban entre ellos echándose cualquier cosa en cara. Hubo una verdadera caza de brujas, se denunciaba al vecino por envidia o enemistad manifiesta. Los insultos y la agresividad rebosaban por todas partes.
Al final se salieron con la suya. Se erradicó esta peligrosa adicción, quizás queden residuos marginales de adicción y consumo, pero por fín, está todo controlado.
Saludos. Mariano Orantes. Adicto en fase de rehabilitación.